Las estaciones en las zonas templadas del planeta, y en particular en Portugal, traen consigo cambios de temperatura y de horas de luz durante los distintos meses del año. Para la vid, estos cambios son las señales que la llevan a hibernar, brotar, florecer y finalmente fructificar. En cuanto a los productores, son los cambios que les llevan a intervenir en el viñedo y las vides, podándolas, nutriéndolas y cuidándolas, hasta que las tareas culminan en la vendimia. Básicamente, es un ciclo que se repite cada año.
La vendimia, la única que tiene nombre propio, ¡no es una tarea nada fácil! Hay que esperar el momento oportuno para hacerla; sólo entonces se puede estar seguro de llevarla a cabo de la mejor manera posible. La vendimia no tiene una fecha fija; son las condiciones meteorológicas las que determinan si se realiza antes o después. Por eso, en Quinta da Raza, la maduración se vigila desde principios de agosto y la vendimia suele tener lugar entre mediados de ese mes y finales de septiembre, en cuanto las uvas alcanzan el grado de madurez ideal para la vendimia, es decir, cuando el equilibrio entre azúcar y ácidos es perfecto. Para llegar a ese punto, ¡hay que analizar, catar y observar!
El año 2024 fue muy favorable para los viñedos. Los niveles de humedad y las temperaturas fueron los adecuados para que comenzáramos la vendimia el 22 de agosto. Las uvas lucían radiantes, como suele decirse, «respirando salud». Las variedades con el ciclo vegetativo más corto, y por tanto las primeras en ser vendimiadas, ya tenían un sabor que auguraba buenos vinos. Hablamos de Gouveio, Padeiro y Trajadura. La Azal y la Espadeiro, que tienen un ciclo más largo, suelen ser las últimas en llegar a la bodega. Sin embargo, el tiempo de espera realzó los sabores y nadie en la bodega quedó indiferente ante la calidad de estas uvas.
Mantener un buen ritmo fue esencial para que, cuando llegaron las primeras lluvias en septiembre, las uvas estuvieran ya a salvo dentro de la bodega, transformadas en mosto y fermentando. Llegados a este punto, quedaba poco para que pudiéramos confirmar por fin nuestras expectativas de una cosecha excelente.
Fueron casi cinco semanas de intenso trabajo, pero una vez más, el tradicional espíritu de camaradería y responsabilidad de todo el equipo salió a la luz para que pudiera alcanzarse el objetivo final: la producción de vinos excelentes. Somos plenamente conscientes de que, en este oficio, sólo tenemos una oportunidad al año para hacer las cosas bien.
¡Un brindis por todo el equipo de Quinta da Raza y a nuestros exigentes clientes que nos motivan a hacerlo mejor cada año!