Como se sabe, en los últimos años ha habido un notable aumento del consumo y la producción de vinos blancos a escala mundial. Así lo demuestra el informe de la Organización Internacional de la Uva y el Vino elaborado a finales de 2023, que recopila datos recogidos entre 2000 y 2021. Por el contrario, los vinos tintos han experimentado un descenso, más evidente en los grandes productores europeos -Francia e Italia-, si bien se ha compensado en países como Argentina, Sudáfrica, Australia y Chile.
Este aumento de la producción y el consumo de vinos blancos está indiscutiblemente ligado a los cambios en el gusto de los consumidores, empezando por la búsqueda de una mayor sensación de frescura que suele ofrecer el vino blanco en comparación con el tinto. Pero también hay que tener en cuenta otros factores, como los mayores conocimientos técnicos aplicados en el campo y en la bodega por viticultores y bodegueros, así como la existencia de más y mejor tecnología, en particular en materia de refrigeración, que ha permitido la producción de vinos blancos de alta calidad.
Evitando un discurso demasiado técnico, es bien sabido que la producción de vino blanco es más exigente que la de vino tinto. Entre otras cosas, los blancos son más sensibles a la oxidación, en primer lugar porque las uvas blancas, en comparación con las tintas, tienen un menor nivel de antocianos, pigmentos que, además de aportar color, ayudan a conservar el vino. También es un hecho que, en el pasado, algunos vinos blancos se oxidaban rápidamente, lo que llevaba a productores y consumidores a preferir vinos «nuevos» que debían beberse en poco tiempo. Hoy en día, sin embargo, y gracias en gran medida a la difusión de los nuevos medios tecnológicos antes mencionados, es posible producir blancos longevos que además evolucionan maravillosamente en botella. Este importante aumento de la calidad de los vinos blancos ha contribuido a desvincular el vino blanco del periodo estival. Aunque el verano sigue siendo la época del año en la que más se consumen y buscan los vinos blancos, cada vez es más frecuente oír hablar de «blancos de invierno», es decir, vinos con mayor complejidad y estructura, a veces con fermentación y/o envejecidos en barrica, que armonizan mejor con las comidas más «pesadas» e intensas de las estaciones más frías.
Portugal no ha sido una excepción en este crecimiento de la producción y el consumo de vinos blancos y lo ha hecho, afortunadamente, basándose en las variedades de uva nacionales y con respeto a las tradiciones regionales. En este sentido, es inevitable mencionar la Región de Vinho Verde (RVV), que desde la década de 1990 ha dado gran importancia a los vinos blancos, hasta el punto de que actualmente representan cerca del 80% de la producción total. De hecho, no hace tanto tiempo que el vino «noble» de la región era el tinto, producido a partir de variedades de uva como Vinhão, Alvarelhão, Amaral y Rabo d’Ovelha, entre otras. Hoy, ese puesto destacado es ocupado por homólogas blancas como Azal, Avesso, Loureiro y Alvarinho, y con gran éxito, como parece demostrar la migración de variedades de uva autóctonas de Vinho Verde a otras regiones demarcadas.
En Quinta Raza, esta transición empezó a principios de la década de 1990, cuando Diogo Teixeira Coelho llevó a cabo una amplia reorganización del viñedo, cambiando y dando prioridad a las uvas blancas sobre las tintas, anticipándose a los años venideros. De hecho, fue en los vinos blancos donde RVV en general, y Quinta da Raza en particular, descubrieron o encontraron todo su potencial y margen de crecimiento. El clima, las variedades de uva, el tipo de suelos, las prácticas culturales, en definitiva, el terroir, es ideal para producir vinos blancos excepcionales, donde caben diferentes perfiles, desde aquellos con una frescura natural contagiosa, hasta los más complejos y estructurados donde, aunque tampoco les falta frescura, encontramos otros matices, desde la mineralidad, el potencial de envejecimiento o la vocación gastronómica.
En Quinta da Raza hay vinos blancos para todos los gustos y perfiles. Nuestras gamas – Raza, Raza Nat, Dom Diogo, Quinta da Raza, Ediciones Especiales – pretenden, por un lado, resaltar todo el potencial y alcance de la RVV (y, en particular, de la subregión de Basto) y, por otro, atender a los paladares de nuestros diferentes consumidores.
En nuestra cartera de vinos blancos se puede encontrar desde el perfil más comúnmente asociado al Vinho Verde -fresco, muy afrutado y ligeramente efervescente-, representado por los monovarietales Dom Diogo Arinto y Dom Diogo Azal y los coupages Raza Blanco y Quinta da Raza Alvarinho-Trajadura, hasta los vinos más secos y minerales, y con potencial de envejecimiento, como Quinta da Raza Avesso, Quinta da Raza Alvarinho y Quinta da Raza Vineyards Collection Vinha de Lamelas, e incluso los que combinan estas últimas características con los beneficios de la barrica, como Quinta da Raza Avesso-Alvarinho y Quinta da Raza Family Collection nº2. Sin olvidar, por supuesto, nuestra gama Nat, donde brillan Raza Pet Nat Blanco, con su agradable gas natural, y Raza Curtimenta, con gran estructura y deliciosas notas de especias y pomelo. Mención más que honorífica para nuestro espumoso muy gastronómico, Quinta da Raza Espumante Bruto Natural 2019.
Con todo esto, por supuesto, no pretendemos menospreciar los vinos rosados, ni tampoco los tintos. Quien nunca haya disfrutado de los maravillosos colores y vibrantes aromas de Raza Rosé, de Raza Pet Nat Rosé y Dom Diogo Padeiro, o quien nunca haya maridado un manjar de la cocina regional de Minho con un Dom Diogo Vinhão, se está perdiendo una experiencia inolvidable. Al fin y al cabo, como alguien dijo una vez, «hay un vinho verde para cada momento»; añada buena compañía y ¡a celebrarlo!